En Córdoba, la serrana; en Sevilla, marinera y labradora, que tiene hinchada, hacia el mar, la vela; y en el ancho llano por donde la arena sorbe la baba del mar amargo, hacia la fuente del Duero mi corazón, ¡Soria pura!, se tornaba... ¡Oh, fronteriza entre la tierra y la luna!
¡Alta paramera donde corre el Duero niño, tierra donde está su tierra!
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