Hace tiempo que cambiaste de romance a devoción por familia, y un desgaste engañó a tu corazón.
Ser madre te completaba esposa sin objeción pero algo allí añidaba y era ausencia de pasión.
Creíste que nunca más sentirías algo así y no quisiste intentar tus sentimientos abrir.
Aceptaste bien las reglas de una triste burguesía aquella de ver a ciegas adonde lleva la vida.
Pero hoy, mujer divina aunque algo aburguesada no puedo evitar decirte que mereces ser amada.
|
|
|